El Informe del Banco Mundial “Dividendos Digitales: Panorama General 2016” establece que el 60 % de la población mundial carece de conexión a Internet y; por esa razón, queda fuera de los beneficios de la participación en la economía digital.
Además, el reporte del Banco precisa que “muchas economías avanzadas enfrentan mercados de trabajo cada vez más polarizados y un aumento de la desigualdad, en parte debido a que la tecnología acrecienta las habilidades de más alto nivel y reemplaza los trabajos rutinarios, lo que obliga a muchos trabajadores a competir por empleos con baja remuneración”.
Según el estudio el total de usuarios de Internet se ha triplicado con creces en una década pasando de 1000 millones en el año 2005 a una cifra estimada de 3200 millones a fines de 2015 “esto significa que las empresas, las personas y los Gobiernos están más conectados que nunca”.
“La revolución digital ha generado beneficios privados inmediatos: facilitación de la comunicación y la información, mayor conveniencia, productos digitales gratuitos y nuevas formas de ocio”, indica el análisis del Banco.
No obstante, esa misma entidad financiera precisa que ante falta de instituciones responsables, las inversiones del sector público en tecnologías digitales amplifican la voz de las élites, lo cual puede derivar en la captura de políticas y en un mayor control del Estado.
Además, “dado que la economía de Internet favorece los monopolios naturales, la falta de un entorno de negocios competitivo puede resultar en una mayor concentración de los mercados, lo que beneficia a las empresas ya establecidas en dichos mercados. Lógicamente, las personas más instruidas, mejor conectadas y más capaces han recibido la mayor parte de los beneficios, lo que circunscribe los dividendos de la revolución digital”.
Nuevos desafíos
Para Carlos Chavarría, Gerente de Ventas de D-Link en Centroamérica y El Caribe, el hecho de que un 60% de la población mundial todavía esté fuera de los servicios y beneficios de la Internet representa uno de los desafíos más importantes para los países latinoamericanos.
“Una buena parte de la economía global depende de la conectividad; por eso, debemos realizar grandes esfuerzos para expandir la conectividad a nuevas regiones y segmentos de la población. Unicamente de ese modo podremos ir reduciendo la brecha digital y mejoraremos la calidad de vida, se generarán nuevas empresas y podrá crecer el empleo”, indicó el ejecutivo de D-Link en Centroamérica y El Caribe.
Los expertos del Banco recomiendan que el acceso universal a Internet a un costo que esté al alcance del bolsillo de las personas debería ser una prioridad mundial porque “en sentido amplio, Internet ha crecido rápidamente, pero su acceso no es en ningún caso universal. Por cada persona que tiene conexión de banda ancha de alta velocidad, cinco no la tienen”.
El ejecutivo de D-Link en Centroamérica y El Caribe precisó que una mayor conectividad beneficiará el emprendedurismo mediante la creación de Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES), estimula el mejoramiento de la calidad de los sistemas educativos y; además, impulsa el comercio electrónico.
“Todavía mucho camino que recorrer en el mundo de la economía digital; por ejemplo, hay que hacer un gran esfuerzo para llevar la internet a miles de centros educativos de primaria y secundaria –especialmente en las zonas rurales- de nuestros países”, declaró Chavarría.
Los razonamientos del Banco señalan que las tecnologías digitales han facilitado la búsqueda, la combinación y el intercambio de información, y contribuido a una mayor organización y colaboración entre agentes económicos, lo que ha influido en la manera en que las empresas operan, las personas buscan oportunidades y los ciudadanos interactúan con sus Gobiernos.