Las ranas de cristal pueden ser transparentes, pero han logrado esconder un secreto importante: son madres y padres dedicados que invierten tiempo en cuidar sus huevos. Los científicos del Smithsonian documentaron este comportamiento previamente desconocido del cuidado parental al observar detalladamente a 40 especies de ranas de cristal en América Central y del Sur. Su descubrimiento reescribe las suposiciones acerca de cómo evolucionaron los cuidados en esta familia de ranas translúcidas, que habitan en los árboles.
«Estas son ranas relativamente bien estudiadas y carismáticas, pero estábamos fundamentalmente equivocados sobre su comportamiento reproductivo», comentó Karen Warkentin, científica asociada en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales y profesora de la Universidad de Boston. Eso es porque las ranas se aparean durante la noche, poniendo sus huevos de las hojas que cuelgan sobre corrientes de agua. La estudiante de doctorado de Warkentin, Jesse Delia, y la investigadora Laura Bravo-Valencia de la Universidad de Los Andes, Colombia, tuvieron que adoptar horarios nocturnos para observar lo que hacían las ranas.
«Debido a que Jesse y Laura pasaron toda la noche en los arroyos, vieron cosas que nadie había visto antes», comentó Warkentin.
Principalmente, Delia y Bravo-Valencia observaron que las ranas hembras se posaban sobre sus huevos hasta cinco horas después de haberlos puesto. Los traslúcidos estómagos de las ranas absorben el agua de las hojas cubiertas de rocío, que luego utilizan para hidratar los huevos cubiertos de gelatina. Hinchándose de hasta cuatro veces su espesor, la gelatina protege los embriones en desarrollo de depredadores e infecciones por hongos.
Anteriormente, sólo se habían observado a machos de algunas especies de ranas de cristal protegiendo los huevos, lo que llevó a los investigadores a suponer que el cuidado de los padres era raro en la familia de estos anfibios. Pero en un reciente estudio publicado en el Journal of Evolutionary Biology, Delia y sus colaboradores descubrieron que todas las especies que observaban cuidaban de sus huevos. En la mayoría de las especies, las madres tendían a sus huevos en las horas inmediatas después de ponerlos. En menos especies, los padres cuidaban de los huevos. Para 13 de las especies, observaron todas las noches durante semanas, el comportamiento de los padres desde la puesta de huevos hasta que el renacuajo eclosionara observando cómo los padres cuidaban durante mucho más tiempo que las madres, que continuaban incubando sus nidadas incluso después de que los renacuajos comenzaron a eclosionar.
Delia y Bravo-Valencia pasaron seis temporadas lluviosas en 22 sitios en México, Panamá, Colombia, Ecuador y Perú para conocer cómo las ranas cuidaban de sus crías. Caminaron arroyos arriba y abajo en los bosques cálidos de las tierras bajas, así como empinados arroyos de montaña en los Andes donde, Delia observa: «En muchos sitios hay cascadas de agua helada».
Su duro trabajo valió la pena, porque sus datos de campo ayudaron a dar sentido a la evolución del comportamiento de los padres en las ranas de cristal. Razonando que la protección durante la primera noche por las madres era probablemente un rasgo ancestral común a las ranas de cristal, los investigadores demostraron que era mucho más probable que la crianza por parte de los machos evolucionara fuera de este comportamiento, más que de un antepasado sin cuidado parental.
«Parece que los padres no sólo asumieron el trabajo cuando las madres ya lo estaban haciendo, sino que también elaboraron en gran medida la cantidad de atención», comentó Warkentin.
Aparte de sus observaciones de campo, el trabajo experimental en Panamá sobre dos especies de ranas de cristal reveló que la incubación aumenta enormemente las posibilidades de supervivencia de los embriones. Los huevos cuyas madres fueron removidas antes de la protecciòn de la primera noche no tenían capas de gelatina hinchadas, haciéndolas mucho más fáciles para para consumir por depredadores como saltamontes. Y las madres estaban dedicadas a su tarea: se resistían a moverse a pesar de los toques y hasta de ser empujadas de sus nidadas por los investigadores, volviendo a los huevos para continuar su trabajo.
«Las ranas de cristal no son sino una pequeña rama en el árbol de la vida», comentó Delia sobre sus nuevas observaciones. «Pero la forma en que habíamos subestimado la diversidad de la conducta de los padres subraya la importancia de salir al campo y observar el comportamiento los animales».
Los fondos principales para este estudio provienen del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, del Fulbright Scholar Program y de la National Science Foundation.
El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en ciudad de Panamá, Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian. El Instituto promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad; capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos; y fomenta la conservación mediante la concienciación pública sobre la belleza e importancia de los ecosistemas tropicales.
Jesse Delia durante el trabajo de campo en Río Frijoles, Panamá. Seis especies de ranas de cristal se reproducen a lo largo de este arroyo durante la temporada de lluvias. (Imagen cortesía de Karen M. Warkentin.)