En el mundo empresarial moderno, las iniciales ESG (por sus siglas en inglés Environmental, Social and Governance) son un pilar fundamental para el desarrollo sostenible de los negocios . En el informe «10 retos de la ESG en un mundo convulso», que realizamos en LLYC, se revela un panorama sobre cómo se han percibido y discutido los temas de ESG en las redes sociales, específicamente en X (anteriormente Twitter). Los hallazgos del informe, recopilados entre el 1 de mayo de 2019 y el 6 de junio de 2022, muestran que los temas ambientales dominan la conversación, representando un 65,4% de los mensajes, mientras que los aspectos sociales o laborales apenas alcanzan el 32,1%. Esta discrepancia es aún más marcada cuando se examina la conversación generada por las empresas, donde solo el 25% de los mensajes tiene naturaleza social, comparado con el 70% de los mensajes que abordan cuestiones ambientales.
Estos datos nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la «S» de Social en ESG, un componente que a menudo se queda a la sombra del ambientalismo, pero que es igualmente crucial para el bienestar global y la sostenibilidad a largo plazo. El informe LLYC pone de manifiesto un desequilibrio significativo en la conversación sobre ESG, tanto entre el público general como entre las empresas. Mientras que la preocupación por el medioambiente es, sin duda, vital y merece toda la atención que recibe, no podemos permitirnos ignorar los aspectos sociales. Los temas sociales abarcan una amplia gama de cuestiones, desde las condiciones laborales y la igualdad de género hasta la inclusión y la justicia social. Cada uno de estos aspectos tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas y en la cohesión social, dos factores que son indispensables para una sociedad saludable y sostenible.
La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y los criterios ESG (Environmental, Social, and Governance) buscan promover prácticas empresariales éticas y sostenibles, pero se diferencian en su enfoque. La RSE se basa en acciones voluntarias para impactar positivamente en la sociedad y el medio ambiente, mientras que ESG ofrece criterios específicos que los inversores usan para evaluar el desempeño empresarial en áreas ambientales, sociales y de gobernanza, proporcionando métricas concretas para decisiones de inversión.
Invertir en la comunidad, garantizar condiciones laborales justas, promover la diversidad y la inclusión, y asegurar la transparencia y la ética en todas las operaciones son aspectos que también forman parte de la ESG. La «S» de Social no es un aspecto a pasar por alto dentro en las políticas de ESG, sino un componente esencial que requiere tanta atención y recursos como las iniciativas ambientales. Analizar datos y conversación de gran volumen permite a las empresas evidenciar esos territorios fértiles en los que puede capitalizar dentro de su estrategia, de una manera genuina y enlazada con las acciones que se relacionan directamente con su misión.
Una estrategia social sólida no solo mejora la reputación de la empresa, sino que también tiene beneficios tangibles. Las empresas que invierten en el bienestar de sus empleados y comunidades suelen ver mejoras en la productividad, una mayor lealtad del cliente y una reducción de los costos asociados con la rotación de personal y los conflictos laborales.
Para avanzar, es crucial que tanto las empresas como los individuos amplíen la conversación sobre ESG para incluir más temas sociales. Esto no solo equilibrará la percepción pública, sino que también impulsará un cambio real en cómo las empresas operan y cómo se mide su impacto en la sociedad. Las empresas pueden comenzar por reevaluar sus estrategias de comunicación, asegurándose de que sus mensajes reflejen un compromiso equilibrado con todos los aspectos de ESG.
Por: Margorieth Tejeira, Directora Senior de Corporate Affair LLYC