Tamizaje neonatal para la detección de citomegalovirus– crucial para tratamiento oportuno

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El citomegalovirus (CMV) es un virus común que pertenece a la familia del herpes, que se encuentra en un alto porcentaje de la población (se estima que alrededor de una en cada cuatro mujeres en Estados Unidos lo padece), y puede ser totalmente asintomático para quien lo porta.  Sin embargo, de ser una futura madre portadora del mismo sin saberlo, puede transmitirlo al recién nacido (debido a que la inmunidad materna no lo protege contra este virus, como sucede en otras enfermedades como la toxoplasmosis) y ahí es donde podemos encontrarnos con manifestaciones que pueden afectar al bebé en menor o mayor medida.

“La mujer o cualquier persona, puede realizarse la prueba sanguínea, para detectar si estuvo expuesta al virus (detección serológica de anticuerpos IgM e IgG contra el CMV).  El ginecólogo manda a realizar a la mujer embarazada dentro del primer trimestre y tercer trimestre del embarazo, la prueba que se conoce como TORCH (un grupo de pruebas que incluye Toxoplasmosis, Rubeola, CMV y Herpes), pero si dentro del embarazo se contagió puede transmitirlo al bebé. En el caso que se detecte durante el embarazo hay que realizar una amniocentesis, que es un procedimiento más invasivo.  “En caso de pasar desapercibido, es donde entra la alternativa de esta prueba” nos explica el Licenciado Answard Leiva Castillo, Gerente del Laboratorio Clínico del Hospital Paitilla.

La prueba a la que nos referimos se realiza mediante tamizaje neonatal en los primeros 21 días de vida del bebé.  “Es probable que el bebé no sea diagnosticado de forma temprana y por ser asintomático, un 90% de los afectados salga del hospital sin ser detectados.  Por esta razón, en Hospital Paitilla se incluye esta prueba para todos los bebés que nazcan en nuestras instalaciones como parte del tamizaje neonatal”, nos explica.

Se ha estimado que “uno de cada cinco bebés que nacen con CMV desarrollarán discapacidades permanentes como pérdida de audición, microcefalia, pérdida de visión, parálisis cerebral, convulsiones o deterioro cognitivo.  Por ello recalcamos la importancia de la prueba, ya que el retraso en el diagnóstico y en el inicio de un tratamiento pone a los niños en mayor riesgo de retrasos en el habla, el lenguaje y el aprendizaje.

Una de las repercusiones más significativas que podemos ver en bebés afectados por el CMV es la pérdida auditiva por causas no genéticas en el bebé (estimándose que un 33% de los niños con pérdida total de audición se deben a la transmisión del CMV por parte de la madre).  Los niveles de pérdida de audición pueden variar durante la vida del infante, agravando o mejorando durante su crecimiento.

“Actualmente, la prueba no se aplica de forma universal, sino que en la mayoría de los países se realiza cuando el recién nacido no produce resultados satisfactorios en los exámenes auditivos. Nosotros, cumpliendo las leyes panameñas (Ley 705 de 2021 en su Artículo 13), que incentivan y destacan la realización de los estudios pertinentes para el diagnóstico y tratamiento de pacientes con problemas auditivos, nos unimos a esta tendencia científica mundial de aplicar la prueba de forma universal a nuestros recién nacidos.  Cabe destacar que es una prueba muy sencilla, utilizando la saliva del bebé, en la cual detecta directamente el ADN del CMV, obteniendo resultados alrededor de una hora posterior a la toma de la muestra, utilizando el equipo Alethia, único aprobado por la FDA para este examen”.

Hospital Paitilla dentro de sus exámenes de tamizaje neonatal incluye tres sectores: metabólico, auditivo y cardiaco; en lo que compete al laboratorio el tamizaje metabólico incluye las pruebas de Glucosa 6 fosfato deshidrogenasa, TSH, 17-OH, PKU, Galactosa y electroforesis de hemoglobina, adicional al tamizaje auditivo dentro de las pruebas genéticas ahora existe la opción de la detección de CMV congénito.