El síndrome metabólico es la agrupación de cinco anomalías que incluye la presión sanguínea elevada, obesidad abdominal, triglicéridos elevados, bajos niveles de colesterol bueno (HDL) y glucosa en sangre elevada.
El síndrome metabólico se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y mortalidad, por lo que la dieta juega un papel importante en su desarrollo.
El Dr. Francisco Herrera Morales nutricionista de Productos Nevada menciona que los productos lácteos, en particular los lácteos enteros y los lácteos fermentados (queso o yogurt), pueden influir en diversas vías y tener efectos favorables en la salud. Además, varios estudios han demostrado que un mayor consumo de lácteos se asocia con un menor riesgo de síndrome metabólico, diabetes e hipertensión.
Hasta la fecha, la mayoría de los estudios de se han realizado en Norte América y Europa, con información limitada de otras regiones del mundo (por ejemplo, China, India, América del Sur y África).
Es por eso que la Revista Británica de Medicina (BMJ por sus siglas en inglés), publicó un estudio prospectivo de epidemiología rural urbana, el cual evaluó la asociación entre el consumo de lácteos con la prevalencia de síndrome metabólico y Diabetes Mellitus después de 9.1 años de seguimiento.
El estudio se llevó a cabo con individuos con edades entre 35 y 70 años de 21 países (Argentina, Bangladesh, Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, India, Irán, Malasia, territorio ocupado por palestino, Pakistán, Filipinas, Polonia, Sudáfrica, Arabia Saudita, Suecia, Tanzania, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Zimbabwe).
Consideraciones para realizar el estudio
El consumo habitual de alimentos de los participantes se registró a través de un cuestionario de frecuencia de consumo alimentos en el último año.
El total de lácteos incluía leche, yogurt, queso y platos mixtos preparados con lácteos. Los platos mixtos preparados con lácteos se desglosaron en sus componentes y se asignó un peso proporcional a cada componente. Luego se agruparon los alimentos según su contenido de grasa (enteros y bajos en grasa), y para garantizar que las mediciones fueran consistentes en todos los países, se determinó el consumo diario estándar de cada producto lácteo.
La información sobre el historial médico, el uso de medicamentos, el nivel educativo y tabaquismo se registró mediante un cuestionario estandarizado. Las mediciones físicas incluyeron peso, talla, circunferencia de cintura y cadera, y se registró en todos los participantes dos veces la presión arterial.
Se recolectó una muestra de sangre en ayunas a los participantes del estudio. Se analizaron muestras de sangre en ayunas para determinar el total colesterol, colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL-C), colesterol HDL (HDL-C), triglicéridos, apolipoproteína A1 y apolipoproteína B en el Instituto de Investigación de Salud de la Población.
Durante el seguimiento, los participantes fueron contactados al menos una vez cada tres años, ya sea por teléfono o presencial por personas del equipo de investigación local. Durante el seguimiento, se preguntó a los participantes si habían sido diagnosticados con hipertensión o si estaban tomando medicamentos antihipertensivos. También se preguntó a los participantes si habían desarrollado diabetes desde el último seguimiento.
Conclusiones
Francisco Herrera Morales señala que en este estudio se concluyó que el consumo de 2 o más porciones diarias de lácteos enteros (y no descremados) se asoció con una menor prevalencia de síndrome metabólico, así como con una menor incidencia de diabetes e hipertensión.
Establecieron que si más adelante se realizan otros estudios similares con la misma fuerza estadística que se estableció en este estudio, se podría confirmar entonces que el aumento del consumo de lácteos podría representar un enfoque factible y de bajo costo para reducir el síndrome metabólico, la hipertensión, la diabetes y, en última instancia, los eventos de enfermedades cardiovasculares en todo el mundo.