El país se enfrenta a un desafío crucial en la era digital: las desigualdades en el acceso a Internet y las habilidades tecnológicas persisten, afectando especialmente a los sectores más vulnerables.
A pesar de los avances tecnológicos, solo un 31.5% de las personas pertenecientes a los estratos socioeconómicos más bajos tienen acceso a Internet, mientras que el porcentaje en los estratos más altos asciende a un 85.5%. Esta marcada disparidad limita las oportunidades de los más desfavorecidos para integrarse en una sociedad cada vez más conectada.
Además del acceso a la conectividad, las competencias digitales muestran una preocupante disparidad. Los estratos altos logran habilidades tecnológicas medias, con un puntaje promedio de 5 sobre 10, lo que indica competencias como crear documentos o presentaciones. Sin embargo, los estratos bajos apenas alcanzan habilidades básicas como enviar correos o descargar archivos.
Hoy, desde el Instituto Técnico Superior Especializado (ITSE), en el marco de la alianza de trabajo entre PNUD – ITSE, para mejorar las capacidades del talento humano joven en innovación, digitalización y tecnologías del siglo XXI, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), presentó el segundo cuaderno de la serie del Informe Nacional de Desarrollo Humano 2024: Transformación Digital para el Desarrollo Humano.
El documento incluye los resultados de la Encuesta Nacional de Desarrollo Humano 2024 (ENDH) del PNUD desarrollada en el primer trimestre de este año por Gallup Panamá, con una muestra representativa de 1,207 personas (hombres y mujeres), de entre 18 y 60 años, de todo el país.
La ENDH revela que la falta de acceso a tecnologías y una menor conectividad amplían la brecha digital, generando disparidades en cuanto a nuevas oportunidades, educación y desarrollo económico. El panorama es más desafiante para los adultos mayores, quienes se sitúan en los niveles más bajos de habilidades tecnológicas, limitando aún más su participación en el entorno digital.
Las diferencias entre hombres y mujeres en el uso de herramientas tecnológicas complejas, como bases de datos y programación también son evidentes. Las mujeres enfrentan mayores dificultades para acceder a estas competencias, perpetuando la barrera que impide su plena participación en la economía digital.